Monday, December 01, 2008

Hoy quisiera

Llevo días queriéndote escribir para decirte que sigo dándome cuenta de que realmente te extraño en mi vida. Sé que no estuviste mucho tiempo en ella, pero la forma en la que estuviste fue suficiente para querer que nunca te fueras.

Quería escribirte y decirte que sigo tratando de poner orden en mi vida, pero que sigo sin poder hacerlo. Intento crear rutinas y horarios, pero sigo descubriendo que no son para mí. Esto de tener orden no es lo mío, pero sé que debo hacerlo.

Cuando parece que ya me ha llovido lo suficiente, viene otro aguacero y me hace convencerme otra vez de que sí es una Infinita Tormenta que no terminará nunca. Cuando hago algo bien, inmediatamente cometo un error que lo opaca.

Así soy... Sé que parece una excusa gastada. Quisiera que alguien entendiera que son cosas que me caracterizan y que, aunque suene contradictorio, van más allá de mí y de todo y todos los que me rodean, que son incontrolables.

Últimamente he oído muchas veces que no me esfuerzo en lo que hago y debo reconocer que muchas veces lo he escuchado justificadamente; pero otras ha sido injusto, como esas veces en las que he cometido errores a pesar de dar el 300%.

Desde hace días algunas personas se han sentido con el derecho emocional y moral para juzgar de mala fe lo que hago, incluso aquellas cosas en las que dejo el corazón; y luego me han enfrentado diciéndome cosas dulces para olvidar las injurias.

Estoy cansada otra vez, de querer ser buena persona, de querer ser mejor en todo lo que hago, de lidiar contra ataques injustos, de no meterme con nadie y que todo mundo se meta conmigo. Estoy cansada y quisiera mandar todo a volar.

Pero sobre todo, estoy cansada de equivocarme...

Quería escribirte y decirte que tú también tienes que poner orden en tu vida. Que me sorprende que tu mundo esté de cabeza. Creo que tenía razón aquel que decía que no eras lo que conocía. Supongo que éste eres tú, el verdadero tú.

Sé que estás tan cansado como yo de que te lo digan, pero estás para más. No puedo creer, de verdad que no, que sigas rascándote el ombligo y más abajo mientras la vida pasa frente a ti diciéndote adiós. ¿Cuándo empezarás a ser aquel que quieres?

Me da tristeza ver que te pierdes en el alcohol, tanto, que hasta te impide ser tú, que te hace romper promesas que hiciste a personas que en teoría quieres, meterte en problemas absurdos y perderte oportunidades.

Tú, que tanto me criticabas el gran miedo que tengo a vivir, estás estancado en tu zona de confort y definitivamente no quieres salir de ella. Ni siquiera creo que sepas que estás sumido en ella...

Sí, tenías razón, no es contigo con quien quiero estar. Te amo con todo el corazón, pero no, no es contigo con quien quiero estar. Hasta ahora lo entiendo. No es esta persona que eres con la que yo soñaba pasar mis días y mis noches.

No, yo no quiero una persona más inconstante que yo, ni más desorientada que yo. Me gustaba de ti tu constancia, tu responsabilidad ante la vida en general, pero sobre todo, ante tu trabajo y tu familia. Tu lealtad hacia tus ideas.

Adoraba de ti tu fuerza, tu practicidad, lo sencillo que resultaba todo en tu universo, más cuando en el mío todo está de cabeza por naturaleza propia. Me gustaba tu determinación para llevar a cabo tus proyectos, para lograr tus metas.

No, no quiero estar ni contigo ni con alguien como tú. No me gusta la gente que está más tiempo borracha que sobria. Ni los bebedores compulsivos ni consuetudinarios. No me gusta la gente que deja todo por el alcohol, ni que se mete en problemas por lo mismo.

Eso, aunque te duela, se llama alcoholismo.

No me gustan las personas que nunca tienen dinero y no es que yo sea material, es lo último que me caracteriza. Pero no puedo concebir que no tengas para un boleto del metro e ir a ver un trabajo, pero sí tengas para ahogarte en alcohol.

Odio a las personas que hablan por hablar. Y sí, descubrí que eres una de ellas. Hay cosas que nunca debiste decir si no las sentías de verdad, hay palabras que debiste guardar y que sólo aventaste al aire, sin pensar en las consecuencias.

Tú, que dices navegar con la verdad en la mano, la ocultas hasta de ti mismo.

Pero más odio a las personas que rompen una promesa, sobre todo cuando van tantos sentimientos de por medio. Prometiste... tantas cosas, y ni una sola la has podido cumplir, probablemente te dejó de importar, pero para mí las promesas son Las Promesas.

Seguramente por esto lo decías, seguro sabes que no eres la personas que me mostraste y que únicamente fuiste un espejismo.

Hoy quisiera decirte que te quiero muchísimo, que te extraño como idiota, que aún despierto queriendo verte a mi lado, que extraño tu voz al otro lado del teléfono, que quisiera que estuvieras aquí en el 80% de las cosas que hago, que añoro tus caricias y tus besos, que anhelo dormir entre tus brazos.

Pero principalmente quisiera que supieras, que a pesar de la falta que aún me haces, tienes razón, sí, no es contigo con quien quiero estar... De hecho, no quiero saber nada de este hombre que eres.