Sunday, March 30, 2008

Comunicación Sin Retorno 6 o Intento de última carta

Pánfilo Anacleto:

Escribo esta carta a casi seis meses de que emprendieras tu viaje, es una de las cien que he escrito desde que no estás. La única diferencia de ésta y las demás, es que ésta quiero que la leas.
Durante este tiempo te he extrañado mucho y me has hecho falta en muchos aspectos de mi vida. Amaba amanecer y ver tu sonrisa.

Sé que no tengo mucho fundamento para sentir por ti esta clase de amor y por fin entendí que uno puede enamorarse en dos minutos. Siempre pensé que para enamorarse y amar se necesitaba tiempo y esfuerzo, hasta que entraste en mi vida.

Lo más duro ha sido cuando en medio de una tarea me pregunto qué opinarías, si te gustaría, si lo aprobarías e incluso a veces pienso en lo que dirías si estuvieras aquí.

Sin embargo, entiendo perfectamente que tu corazón y tu razón no son para mí, aunque los míos lo sean lo para ti.

Por lo tanto, comprendo que no hay nada que yo pueda hacer, decir o escribir para cambiar tu sentir.

Pero también sé que no puedo tirar como si nada lo que yo siento por ti y que tendré que aprender a vivir con tu dulce recuerdo, aunque a veces sea tan letal como el cianuro.

Tú fuiste para mí el que vuela, el que rompe mis esquemas, y por eso por primera vez en mi vida siento este amor tan puro.

Espero que tú encuentres a la que vuela.

Sé que debí darte más caricias y menos lágrimas, más alegrías y menos quejas, más seguridades, que debí procurarte más, apapacharte más y hasta preocuparme más por ti.

Tenía miedo de que entraras en mi vida y protegí el flanco equivocado. Me di cuenta tarde que por ti hubiera dejado mi soledad para hacer una familia con pequeños jalándole la cola a Samán.

Debo decir que lo único que te deseo en la vida es que seas feliz. No importa qué te dé felicidad. No te deseo éxito ni suerte, te deseo que realmente seas feliz. Es un estado difícil de lograr.

Te Amo. Y sé que a lo largo de los años y por el resto de mis días, así será.

Sé que vendrán otros amores. Pero tú nunca dejarás este lugar que tienes en mí.

Hace tiempo me dijeron que uno pasa su vida con alguien a quien ama, pero pocas veces con el amor de su vida.

Hoy entiendo lo que esto significa…

Grethel
24 del 2008 de Marzo
Prometiste que siempre ibas a estar conmigo y para mí, que nos volveríamos a ver. Creo que algo en el camino te impidió cumplir con tu promesa.
Es muy fácil ser excluida de una vida que no te necesita, pero existen sentimientos inquebrantables.

Octubre y Marzo

Generalmente actúo más rápido de lo que pienso y por mis impulsos me meto en problemas... pero no me arrepiento de nada de lo que he hecho con el corazón, me arrepiento de las veces que lo he traicionado.

He encontrado el amor una y mil veces y lo he dejado ir. Estaba buscando al que vuela, aquel que rompiera mis esquemas y pusiera mi mundo de cabeza por sólo ser él.

Un octubre lo encontré y un marzo efectivamente volé con él por toda la ciudad. Viví intensamente tres o cuatro meses a su lado y lo eché de mi vida. Me aterró el compromiso.

No sé si yo era o no para él la que vuela, pero no me esperé a saberlo. Rompí por lo sano creyendo que sería lo más sano para mí, pero en cuánto dejó de llamar, me di cuenta de que lo amaba más que a nada en el mundo.

Sí, todos tenemos esos momentos de estupidez, esa dosis diaria en la que parece que nos empecinamos en equivocarnos y cuando viene la calma, nos damos cuenta de que ya lo hicimos.

Otro octubre lo vi partir más lejos de mí que nunca. Pero irónicamente traté de estar con él siempre. Aunque no lo sabe, mi pensamiento viaja con él a cada momento y lo acompaña a cada paso que da.

Siempre está en mi pensamiento. Y todos los días pido a las estrellas que le vaya bien. Que la sabiduría y la cordura iluminen su camino. Que el amor se instale en su vida. Que la felicidad esté presente.

Pensé que con el tiempo y la distancia podría olvidar y descubrí de mí misma que nunca olvido, que sólo archivo recuerdos en el fondo del corazón. En un rinconcito donde se avientan unos a otros tratando de salir. Sólo los más fuertes lo logran.

Con su ausencia aprendí tres valiosas lecciones de vida: que uno no debe callar lo que siente, que se debe perder el miedo a vivir porque si no acabamos viviendo con miedo; y, que nunca debemos irnos sin decir te quiero.

Me quedó claro también que uno puede enamorarse en dos días, que la soledad no siempre es elegida como tal, sino que ciertas decisiones te llevan a la soledad y que uno debe hacerse cargo de sus acciones.

Aprendí también a dejar el egoísmo de lado y comprendí que lo único que le deseo es que sea feliz, que su vida esté llena de dicha aunque yo no esté en ella. Que aunque lo extraño, no albergo resentimiento alguno.

Esta soy yo, enamorada por primera vez de esta manera. Aquí estoy, en otro marzo, sintiendo un amor tan puro y tan limpio por él, dejando de lado sentimientos negativos y deseando verlo sonreír.

Hoy me dijeron que hay ausencias que no puedes cubrir, que hay personas que quisieras que siempre estuvieran contigo e incluso siempre te preguntas qué posición asumirían respecto a un comentario, un evento, un acontecimiento. Y eso son marcas en el alma. Sin ellos puedes vivir, pero siempre los llevas a todas partes.

Y así es su ausencia. Él va siempre conmigo y generalmente me pregunto qué le parecería esto o aquello. Siempre quiero contarle, preguntarle, escucharle.

Sé que vendrán otros octubres y otros marzos y seguiré amándolo como lo hago ahora.

(Para ti Pánfilo Anacleto)

InFiNiTa ToRmEnTa

11 del 2008 de marzo

Monday, March 10, 2008

Decir adiós...

Sé que llegará el momento en que por fin tenga que decir adiós. Nunca me han gustado las despedidas, ni las tácitas ni las implícitas. Como cualquier otro, prefiero un hasta luego. No suelo desprenderme ni de las cosas ni de las personas, las atesoro siempre, sean buenas o malas. Las primeras me sirven para satisfacerme, las segundas para castigarme. Y no es que sea masoquista, es simplemente que no me gusta olvidar, porque recordar es vivir nuevamente con el corazón. No creo que sea bueno ir dejando en botes de basura pedazos de historias. Pienso que es mejor recopilarlas para tratar de construir mi propia historia. Tirar recuerdos es como tirar fragmentos de mí misma. Esto sirve, esto no, esto es grato, esto no, y entonces me volvería selectiva hasta conmigo misma. Creo en avanzar, en tener los errores como los mejores ejemplos. No me arrepiento de lo que he hecho con el corazón, me arrepiento de las veces que lo he traicionado. No quiero más lecciones de amor ni de odio, a veces dudo si quiero las lecciones de vida. Busco desesperadamente algo que antes tenía claro y ahora ya no sé qué demonios es, pero lo sigo buscando. A veces necesito que alguien me recuerde que no puedo vivir en las nubes y que los pies deben estar sobre la tierra. Pero esto en ocasiones me parece como si metiera mis pies en cubetas de concreto que me impiden despegar. Sé que no puedo pasar la vida con los pies en la cabeza y la cabeza en los pies, pero no puedo negar que resulta una posición extravagantemente cómoda. Estoy consciente que debo ir dejando cosas atrás, que con la edad uno se vuelve discriminativo hasta en su forma de comer. Que con los años las despedidas duelen menos, que con la experiencia se hacen casi normales. Sé que llegará el momento de decir adiós y no hasta luego. Que tendré que dar la media vuelta y dar la espalda o tolerar que me la den a mí y ver una silueta que con un beso se aleja para siempre de mi vida. No me gusta quedarme inerte, ni ser una sombra más entre la multitud, pero sé que llegará el momento en que me tendré que resignar a ello.

Sin título

Si tan sólo supieras cuánto te amo... si solo pudiera decite cuánta falta me has hecho... cuánto te he necesitado.
Si supieras cómo iluminabas mi vida, cómo me hacías sonreír con tan sólo escuchar tu voz, con ver tu sonrisa, ver tus ojos al amanecer me hacía empezar mi día con alegría.
Tenerte cerca era una gran dicha, eras luz en mi vida, eras un motivo para seguir adelante.
Si tan sólo hubiera tenido el valor para decirte que quería mi vida a tu lado con todo lo que ello conlleva, que no descartaba la posibilidad de tener hijos si tú eras el padre...
Sé que hoy no podría cambiar prácticamente nada de hacértelo saber, como sé que probablemente no hubiera sido diferente de haberlo dicho a tiempo, pero por lo menos yo no tendría este sentimiento de censura y silencio.
Si tan sólo quisieras volver...
6 del 2008 de Marzo

Tuesday, March 04, 2008

Lunetas de colores!!!


Caminar, gritar, hablar, despertar, amar, desear…

Es parte de la vida.

Parar, vociferar, callar, dormir, odiar, reprimir…

Y la vida está llena de contrastes.

Y cual contraste, tiene sus momentos negros y sus momentos blancos, tiene alegrías y tristezas, altas y bajas, riqueza y pobreza.

El hecho es que todos deambulamos por la vida buscando un objetivo: ser felices. No importa en dónde encontremos la felicidad, algunos la buscan en las personas, otros en el dinero, unos más en sí mismos. Cada quién la busca a su manera, pero todos la buscamos.

Pero tendemos a condicionar nuestra felicidad a factores externos y ajenos a nosotros mismos y cometemos el error de confundir las cosas e irlas sumando. Así, si nos quedamos sin algo, creemos que nuestra felicidad está arruinada por su pérdida y no nos damos cuenta de que hay mil cosas más por las cuales ser feliz.

Y ayudados por el caos diario, nos olvidamos de las pequeñas cosas en la vida que nos dan felicidad. Como comer lunetas, sí, comer lunetas de colores.

Hoy, recién cumplidos mis 26 años, estoy comiendo lunetas y me doy cuenta que a pesar de que carezco de algunas cosas, de que me hacen falta personas que extraño, de que quisiera ganar más dinero, de que tengo cuentas por pagar, de que adolezco de muchas formas, soy feliz comiendo lunetas de colores.

Porque cuando como lunetas así como lo hago hoy, sin preocupación, sin presión, me vuelvo a sentir como una niña pequeña que se esconde a comer dulces. Y disfruto de las nimiedades de la vida.

Y acostada en mi cama me como una luneta verde y desaparecen mis preocupaciones laborales.

Luego un bonche de lunetas rojas y me olvido de las financieras.

Una azul y una amarilla y mis pesares personales se disuelven en mi boca.

Así es comer lunetas, es como la vida, llena de colores, de sabores, de olores, de sentimientos encontrados y otras veces perdidos.

Pero así como buscamos la felicidad, hay que encontrar un momento para comer lunetas y ser feliz.

4 del 2008 de marzo